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La sentencia

Cada año, los dosmiles generan alguna gesta digna de mención y de recuerdo. Este año el itinerante deja como regalo una experiencia hermosa que a buen seguro será fértil para otros en reflexiones y acompañamientos. Tiene, en su trasfondo, una amplia bibliografía de sesudísimos estudios en Psicología de la emoción y en crecimiento y madurez. Pero el arte de los itinerantes es su capacidad de elaborar una narrativa hermosa que por lo encarnado gana en elocuencia. Para una urbanita acreditada, esto de los itinerantes, las botas tan poco estéticas, la gorra que estropea el peinado, la mochila tan incómoda y que desfigura los hombros, son peajes de difícila aceptación. Pero lo que es del todo intolerable para una urbanita es que el campo no tenga la mínima cortesía de responder con amabilidad a los excesos que supone para una paseante de Viñuelas tener que aventurarse en los rigores de una pista forestal. Pues el día empezó en tragedias. Sobrepasados los primeros

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